En el río del emprendedorismo sólo sobrevive quien sabe nadar. Abrir una empresa es lo mismo que entrar en un río profundo y correntoso. Si está en un barco, es más fácil, o mejor dicho, es menos difícil que para quien entra al río a probar suerte nadando.
Desafortunadamente muchos lo desconocen y se meten, sin preparación alguna, en ríos que parecen calmos y poco profundos. La mayoría de los emprendedores llegan a la orilla muy entusiasmados por una “idea maravillosa”, en apariencia, infalible, pero se olvidan de verificar si tienen todo lo necesario para meterse en ese río.
Incluso estando en un barco, que sería el caso de quien hizo una planificación profesional del emprendimiento, no se hundió en deudas y principalmente tiene un capital de giro para aguantar, al menos, los primeros meses, aun así, se puede errar.
Acertar el rumbo del barco, lidiar con la corriente, remar en la dirección correcta, todo eso requiere de alguna habilidad. Así que no alcanza con estar en un barco para que las cosas resulten más fáciles.
La mayoría de los emprendedores entra al río solo con coraje, entusiasmo, pasión por una idea y un optimismo, normalmente, exagerado. Pero ninguno de esos adjetivos logrará salvarlos de ahogarse. Porque un río lleva agua, mucha agua… el agua tiene poco oxígeno y nosotros solo sobrevivimos en ambientes con al menos 20,8% de oxígeno.
– Pero señor, ¿usted sabe nadar?
– No, pero soy alto, tengo piernas largas y llego hasta el fondo. Incluso el río no me parece tan profundo. Y además mi idea es muy buena. De hecho, creo que sólo por el impacto que mi idea tendrá en el mercado, voy a batir récords de venta y todo saldrá muy bien.
Bueno… cualquiera que esté leyendo este relato puede imaginar que todo saldrá muy mal. Cualquiera, menos el dueño de esa fantástica idea. Dicen que el amor es ciego. Yo creo que un emprendedor apasionado por una idea, también lo es.
Y en momentos de crisis económica, el río suele rebalsar, es imprevisible, su agua está turbia y aun si es poco profundo, seguro tiene pozos hondos donde cualquier desprevenido puede caer y ahogarse.
Pero uno recién nota que ese emprendedor se metió al río en el momento equivocado y sin preparación, cuando vemos su mirada de desesperación, cuando tira manotazos buscando alguna rama para agarrarse. Y ya es tarde: anticipó cheques, explotó su tarjeta de crédito, está atrasado en el pago a sus empleados y apuesta todo a mejorar sus ventas.
En el río de ese emprendedor no hay ramas cerca, ni piedras donde pararse, solo hay un fondo arenoso e inestable en el que es muy difícil mantenerse en pie.
En la margen de ese río de emprendedorismo hay un montón de gente con cañas largas esperando enganchar algún pez desprevenido. ¿Saben cómo se llaman esos pescadores? BANCOS.
En ese río también hay algunos salvavidas dispuestos a intentar rescatar a ese emprendedor desesperado. Ellos tienen una solución lista para remendar la tontería de haber entrado al agua sin saber nada. ¿Saben cómo se llaman esos salvavidas? CONSULTORES.
También en la orilla suelen verse unos jóvenes bien vestidos, con un discurso muy lindo, que anima al ahogado a gritar mucho, a hacer barullo para que los demás lo vean y lo elijan. ¿Saben cómo se llaman esos jóvenes? AGENCIAS DE MARKETING DIGITAL.
Puede también que en ese momento de desesperación aparezca una figura caritativa que le acercará a la víctima una rama para que se sujete y, en ese punto, le presentará dos opciones. Mantenerse agarrado y esperar a que el río baje para intentar empezar de nuevo. O bien, usar las ramas para acercarse a la margen e iniciar un negocio en tierra firme, o sea, conseguir un empleo. ¿Saben cómo se llama esa figura caritativa? DIOS.
Puede que un BANCO los ayude en ese momento; puede que un CONSULTOR los ayude; puede que una AGENCIA DE MARKETING DIGITAL los ayude; y también, claro, puede que DIOS los ayude en ese instante. Lo que usted no puede hacer es desesperar. Sé que es difícil, pero trate de mantener la calma, porque quien está tenso, se hunde más fácil.
– Pero Almeris, ¿cómo me voy a mantener en calma si estoy desesperado?
Bien, le hago dos comentarios al respecto:
1) Usted debería haber pensado en eso antes;
2) Usted no tiene otra alternativa.
Emprender requiere conocimientos, formación, experiencia y disciplina, además de una buena idea. En mi analogía, esos pre-requisitos significan SABER NADAR. De modo que quien no saber nadar, no debería meterse al río.
Para terminar: no se desespere, porque no sirve de nada. Intente inspirar profundo, trate de hablar con más personas fuera de su círculo cercano, vaya a una conferencia, hable con otros empresarios, pida ayuda y hasta considere la posibilidad de buscar un banco, un consultor o una agencia de marketing digital. Pero cuando los vaya a contratar, primero pregúnteles qué puede usted esperar en cuanto a resultados. Y si le responden, “depende”, no los contrate, porque probablemente se están aprovechando de su desesperación.
– Pero Almeris, te faltó mencionar uno: ¿y Dios? ¿Le pregunto a ÉL también qué resultados puedo esperar?
Usted puede intentar, pero yo creo que Dios quizás pretende enseñarle algo con esta experiencia dolorosa.
– ¡Ah bueno! Pero qué técnica más extrema que usa Dios con nosotros. ¿No te parece?
En verdad, esta experiencia que está atravesando es extrema y dolorosa porque en el comienzo una idea fantástica lo dejó ciego y sordo. No quiso oír razones, no aceptó críticas de sus amigos (de los verdaderos) y probablemente decidió poner en práctica esa idea después de leer un libro estúpido de auto-ayuda de algún gurú de los negocios.
¿Qué puede hacer ahora? Mantener la calma y pedir ayuda: a un banco, a un consultor o a una agencia de marketing digital. Pero al mismo tiempo, rece.
Almeris Armiliato es Consultor y Director de la consultora brasileña Inner Group – Gestión de Personas y de los gimnasios Fitness Friends. Conferencista de IHRSA y de Fitness Brasil. Uno de los consultores más reconocidos del mercado brasileño. almeris@innergroup.com.br
Texto publicado en la edición Nro. 90 de la revista Mercado Fitness – Año 2018 – Septiembre / Octubre